viernes, 2 de diciembre de 2016

CÓMO HACER UN MAPA MENTAL






 10 REGLAS PARA HACER MAPAS MENTALES

Muchas veces surge la pregunta de cómo se hacen los mapas mentales, aquí les dejamos las reglas para facilitar poder hacerlos.

Hay ciertas reglas que marcan  lo que hay que tener en cuenta para hacer mapas mentales, entre ellas podemos enumerar diez de fundamental importancia:

1- Poner énfasis en el mapa mental

2- Comenzar siempre con una imagen central

3- Usar por lo menos tres colores o más

4- Usar triple dimensión en las imágenes: Incluir siempre elementos visuales

5-Usar la sinestesia (percepción de algo con sentidos diferentes)

6- Variar el tamaño de letras, principalmente marcando la importancia del término

7-Buena organización de los espacios: Usar palabras claves

8-Usar los espacios apropiados

9-Usar la asociación: Categorizar y jerarquizar conceptos

10- Es muy importante expresarse con claridad.




























https://youtu.be/kTyKNCy3mTo

martes, 29 de noviembre de 2016

jueves, 24 de noviembre de 2016

¿CÓMO VENDER LA ARMADURA DE DIOS?





La Armadura de Dios.

Una meditación sobre Efesios 6:10–20.
Debemos ejercitar con gran precaución nuestro poder en la guerra espiritual, asegurándonos de que lo ejercitamos de la manera correcta, y contra el enemigo verdadero. He aquí cómo.

Por George O. Wood

Lane Simmons.
Mientras crecía como hijo de misioneros en el noroeste de China, cerca de la frontera con el Tíbet, escuché una buena cantidad de relatos sobre cosas asombrosas. En una de las más memorables participaban mi madre, Elizabeth Weidman Wood, su hermana, Ruth Weidman Plymire y una noche aterradora en una posada china.

Mi madre y mi tía Ruth habían ido a China como misioneras solteras. Cuando llegaron, se inscribieron en una escuela para aprender el idioma; vivían en una posada cercana. Su habitación tenía dentro un ídolo budista. Aquella primera noche, no pudieron dormir. Sentían una enorme presencia maligna en la habitación. Su cama levitaba en el aire. La presencia maligna era tan opresiva, que apenas podían hablar. De hecho, todo lo que pudieron hacer fue pronunciar el nombre de Jesús, pero con eso bastó. La presencia maligna huyó, y el Espíritu Santo las consoló.

En nuestra manera moderna de expresarnos, mi madre y mi tía Ruth experimentaron un encuentro de poderes. Por medio de su fe en Jesucristo, exorcizaron a un espíritu opresivo, haciéndolo huir de la habitación. Encontramos el exorcismo en el ministerio de Jesús (Marcos 1:39), el de los Doce Apóstoles (Marcos 3:14, 15; Hechos 5:15, 16), y el del apóstol Pablo (Hechos 16:16–18; 19:11, 12). Y hoy en día, el exorcismo sigue formando parte de la guerra espiritual.

Ahora bien, aunque en la guerra espiritual se produzcan encuentros de poderes, esos encuentros no siempre toman la forma de exorcismos. En Efesios 6:10–20, el apóstol Pablo conecta el poder con la guerra espiritual y con el desarrollo de las disposiciones y las disciplinas de Dios.

POR LO DEMÁS…
Efesios 6:10–20 comienza con la expresión por lo demás. Estas palabras indican que lo que sigue es la culminación de lo que Pablo ha estado enseñando hasta el momento, y no simplemente el último tema de su epístola. Para comprender lo que él dice acerca de la guerra espiritual, necesitamos tener presente lo que dijo en los capítulos anteriores de la epístola.

Hace años, Watchman Nee hizo la observación de que podemos articular el mensaje de Efesios con tres palabras clave: sentarnos, andar y estar firmes.  

Sentarnos sirve para describir “nuestra posición en Cristo”: “[Dios] juntamente con él [con Cristo] nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (2:6). El hecho de que estemos sentados con Cristo a la diestra del Padre, es un acto divino, que surge de su “amor”, “misericordia”, “gracia” y “bondad” (2:4, 5, 7, 8). Así como depositamos todo nuestro peso en una silla cuando nos sentamos en ella, también cuando Dios nos sienta junto con Cristo, estamos poniendo todo el peso de nuestra salvación sobre la gracia divina.

Andar describe “nuestra vida en el mundo”: “Os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (4:1). Los cristianos no nos debemos limitar a quedarnos cómodamente sentados en el trono. La gracia no fomenta la pasividad, sino que capacita para una obediencia activa al mandato de Dios: “Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (2:10).

Por último, estar firmes describe “nuestra actitud ante el enemigo”: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (6:11). El caminar del cristiano no es un paseo por un parque. Efesios 6:10–13 señala con claridad que el caminar del cristiano es el largo y duro esfuerzo que significa la batalla contra la maldad. Y en una batalla, la meta consiste en no ceder terreno: caer es perder, pero mantenerse firme es triunfar.

Si tenemos presente este bosquejo de sentarnos–andar–estar firmes de la epístola a los Efesios, vemos que la guerra espiritual, lejos de ser la actividad extraordinaria de una élite espiritual, es la vida común y corriente de todo cristiano que Dios ha salvado por gracia, santificado en la obediencia y enviado a proclamar el Evangelio ante  un mundo perdido y en plena agonía. Por tanto, ser cristiano es hallarse en estado de guerra.

EL PODER DE SU FUERZA.
No obstante, pelear esa guerra —y mucho más alcanzar la victoria en ella— es algo que se halla muy por encima de la capacidad de los seres humanos. La victoria está en manos de un poder superior al nuestro. Por eso Pablo nos exhorta diciéndonos: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (6:10). Solamente Dios puede ganar esta guerra. La victoria es suya —y también nuestra—, pero solo si estamos en Él.

El lenguaje relativo al poder divino se encuentra por todas partes en  Efesios. Pablo le pide a Dios en Efesios 1:19, 20 que los creyentes podamos experimentar “la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos”. Dice además que ese mismo poder es el que “operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales.” Su poder se manifiesta de manera implícita en el 2:6, donde las expresiones nos resucitó y nos hizo sentar describen nuestra salvación por gracia. En el 6:10, el verbo “fortaleceos” y la frase “el poder de su fuerza” son eco de las palabras del 1:19, 20. Además de esto, Pablo ora, rogándole a Dios a favor de los creyentes, “para que os dé […] el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones” (3:16, 17); y para que “seáis plenamente capaces de comprender […] cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento” (3:18, 19). 

Es muy conocida la observación de Lord Acton: “El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe de manera absoluta”. Como es obvio, esta observación suya no se aplica a Dios, quien combina en sí mismo el poder absoluto con la bondad absoluta. Sin embargo, sí se aplica a los seres humanos, incluso a los cristianos, por su situación de pecado. Por ser pecadores, tendemos a hacer mal uso, e incluso abuso del poder, incluso cuando aparentemente lo estamos usando en el nombre de Dios y para cumplir sus propósitos.

Esta es la razón por la cual, al igual que Pablo, nosotros siempre debemos conectar el ejercicio del poder divino con la persona y la obra de Jesucristo. Por medio de su poder, Dios reivindicó la vida, el mensaje y la muerte expiatoria de Jesucristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su diestra en gloria. Y por medio de su poder también, nos salvó por gracia y nos llamó a llevar una vida santa que llegue hasta  “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (4:13). Por consiguiente, entrar en la guerra espiritual es ser lleno del poder del amor que animó el ministerio de Cristo. Si no hemos captado y no manifestamos la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de ese amor, habremos perdido la batalla.

En consecuencia, en la guerra espiritual debemos ejercitar el poder con gran cautela, asegurándonos de que lo ejercitemos de la manera correcta y contra el enemigo verdadero.

LOS PODERES DE ESTE MUNDO EN TINIEBLAS.
Efesios 6:12 identifica a nuestro enemigo en la guerra espiritual: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.

En esta identificación aparecen dos elementos:

En primer lugar, nuestros enemigos no son “carne y sangre”. En otras palabras, nuestros enemigos no son seres humanos. Nunca deberíamos describir como malvados a aquellos que Cristo vino a salvar (1 Timoteo 1:15; 2:4). Por contrarias a Dios que sean sus creencias; por inmoral que sea su conducta; por profundo que sea su desprecio hacia nosotros y diligentes sus ataques, no estamos batallando contra seres humanos. Estamos batallando a favor de los seres humanos, para que puedan  ser “librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13), como ya lo hemos sido nosotros.

En segundo lugar, nuestros enemigos son “principados,” “potestades,” “gobernadores” y “huestes espirituales de maldad”. Pablo habla también de “las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11) y del “maligno” (6:16). Estamos luchando contra el ámbito demoníaco.

Los demonios tienen una personalidad desordenada. Creados para servir a Dios, lo rechazan voluntariamente. Al rechazarlo a Él, que es la Realidad Máxima, pierden el contacto con la realidad. Su mente no se encuentra ordenada hacia la veracidad, y sus acciones no son ordenadas hacia la bondad. Jesús enseña que el diablo “es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). Pedro escribe: “Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Dondequiera que se halle presente lo demoníaco, el engaño, la desobediencia y la destrucción siembran el caos.

Lo demoníaco se manifiesta de diversas maneras. A nivel individual, se manifiesta en la posesión, en la cual controla la personalidad de un ser humano. Recuerde al endemoniado  de Gadara (Marcos 5:1–10). Antes de su exorcismo, estaba solo, desnudo y físicamente fuera de control. Su nombre era el nombre de los demonios que lo poseían: “Legión”. Después del exorcismo, sus vecinos lo vieron  “sentado, vestido y en su juicio cabal”. No es posible que un cristiano lleno del Espíritu sea poseído de esta manera.

No obstante, lo demoníaco se puede manifestar en la vida, tanto de los creyentes como de los incrédulos, de otras maneras. Como le sucedió al propio Jesús, pueden ser “tentados por el diablo” (Mateo 4:1; cf. 6:13; 1 Corintios 7:5; 1 Tesalonicenses 3:5). Por medio de una conducta incorrecta, en especial la ira, le pueden “dar lugar al diablo” en su vida (Efesios 4:27). Lo demoníaco se puede manifestar, en palabras de Pablo, como “un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee” (2 Corintios 12:7). Aquí su intención es hacer que la persona, sobre todo si es creyente, comience a dudar que la gracia de Dios le sea suficiente (12:9).

En el nivel de la sociedad, lo demoníaco se puede manifestar a través de sistemas institucionales de engaño, desobediencia y destrucción. Los capítulos 12 y 13 del Apocalipsis hablan de tres horripilantes criaturas: “un gran dragón escarlata” (12:3), “una bestia que subía del mar” (13:1) y “otra bestia que subía de la tierra” (13:11). Juan identifica al dragón como “la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero” (12:9). El diablo le da a la primera bestia “su poder y su trono, y grande autoridad” (13:2). La segunda bestia “hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia” (13:12). Muchos comentaristas interpretan que estas bestias son las instituciones sociales de la política y de la religión, respectivamente. Dios creó estas instituciones sociales para fomentar el florecimiento de la humanidad. El que detenta la autoridad “es servidor de Dios para tu bien” (Romanos 13:4). Pero así como lo demoníaco trae el desorden a la vida de una persona individual, de igual manera lleva el desorden a la vida de una sociedad.

Los seres humanos no son enemigos nuestros: ni los ateos, ni los musulmanes, los promotores del aborto o los homosexuales. Su incredulidad y su inmoralidad son enemigas de Dios, pero Él nunca es enemigo de los seres humanos. Y tampoco lo debemos  ser nosotros. La guerra espiritual es la misión que nos encomienda Dios en estos tiempos; una misión que consiste en destruir el cautiverio al que ha sometido a las personas el engañador y destructor de sus almas. Usamos el poder de Dios a favor de esas personas. Peleamos por ellas.

LA ARMADURA DEL CRISTIANO.
Cuando comprendemos la naturaleza de nuestro enemigo, vemos por qué Pablo nos exhorta a “fortalecernos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). El ámbito de lo demoníaco es más fuerte que nosotros, pero no es más fuerte que Dios. Por tanto, Pablo nos exhorta diciéndonos: “Vestíos de toda la armadura de Dios” (6:11, 13). Solamente preparados de esta manera para la batalla, podremos “estar firmes contra las asechanzas del diablo” (6:11). La armadura de Dios describe la forma en que debemos enfrentarnos al enemigo.

Los expertos suelen decir que Pablo describió la armadura de Dios utilizando como inspiración la armadura de un soldado romano. Esto tiene mucho de probable, puesto que Pablo les escribió a los efesios desde la prisión (6:20), donde estaba rodeado de soldados romanos. No obstante, esta descripción que hace Pablo de la armadura se refiere a pasajes del libro del profeta Isaías que describen a Dios y a su Mesías revestidos con una armadura similar. Por ejemplo, Isaías 11:5 dice acerca del Mesías: “Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura”. Isaías 52:7 habla de la hermosura de “los pies del que trae alegres nuevas”. E Isaías 59:17 describe a Dios vistiéndose “de justicia […] como de una coraza, con yelmo de salvación en su cabeza”. En otras palabras, la armadura de Dios es en primer lugar y sobre todo, su propia armadura. Es la forma en la cual Él batalla en la guerra espiritual.

Por consiguiente, puesto que Dios nos reviste con su propia armadura, nosotros peleamos la guerra espiritual de la misma manera que ll. Las diversas piezas de la armadura que va mencionando Pablo en un sentido metafórico, describen virtudes morales y prácticas relacionadas con nuestra misión. Por ejemplo, cuando leemos acerca de “ceñirnos nuestros lomos con la verdad” (Efesios 6:14), no debemos centrar nuestra atención en el hecho de ceñirnos, que es solamente una metáfora, sino en “la verdad”. La manera en que combatimos al diablo —la manera en que Dios combate al diablo— consiste en el uso de virtudes morales como la veracidad, la justicia y la fe, y en prácticas relacionadas como la misión, como la preparación en el conocimiento del Evangelio, el enfoque en la salvación y la proclamación de la Palabra de Dios.

En otras palabras, el estilo de la guerra espiritual tiene que ver tanto con quiénes somos (las virtudes morales) como con qué hacemos (las prácticas relacionadas con nuestra misión). Combatir a los poderes demoníacos no es solo cuestión de exorcizarlos. En el mejor de los casos, el exorcismo es una especie de escaramuza inicial dentro de la guerra. Cambiando de metáfora y tomando prestada una imagen procedente de una de las parábolas de Jesús (Lucas 11:24–26), el exorcismo saca de nuestra casa al demonio, pero la meta no es únicamente tener una casa “barrida y adornada”. La meta es convertir nuestra casa en un hogar donde habite Jesucristo día tras día. La meta de la guerra espiritual consiste en hacernos cada vez más semejantes a Cristo; esa es la esencia de la victoria, que solo se presenta por medio de la labor común y corriente de evangelismo y discipulado.

En mi opinión, son demasiados los pentecostales y carismáticos que llegan a obsesionarse con los exorcismos de los espíritus demoníacos, ya sea “al nivel básico” de la posesión de una persona en particular, o “al nivel estratégico” de la posesión por parte de un “espíritu territorial”. Así cometen también el error de reducir la guerra espiritual a las labores de exorcizar, “atar” y “reprender” a los espíritus malignos. Ciertamente, el exorcismo es uno de los componentes de la guerra espiritual, por el hecho de que hay personas que han sido poseídas por demonios. Sin embargo, una vez que han quedado liberadas, ¿qué viene después? Entonces es cuando comienza realmente el largo y duro esfuerzo de la guerra espiritual.

Ninguna persona puede crecer en su semejanza a Cristo sin evangelismo y discipulado. Esto es cierto, no solo en el sentido pasivo de que nosotros mismos necesitamos que se nos evangelice y discipule. También es cierto en el sentido activo: Necesitamos evangelizar y discipular a otras personas. Estar revestidos de la armadura de Dios es tener “calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz” (Efesios 6:15). Es blandir “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (6:17). El evangelismo y el discipulado son el “filo cortante” de la guerra espiritual.

Quiénes somos, y qué hacemos —las virtudes morales y las prácticas de nuestra misión— son aspectos mutuamente dependientes, que se refuerzan entre sí. No podemos evangelizar a otra persona con unas buenas nuevas que nosotros mismos no hayamos experimentado. No podemos proclamar que otros han quedado liberados del diablo, si él todavía tiene lugar en nuestra vida a través de una ira impía. De manera similar, no podemos caminar en obediencia a los mandamientos de Dios, si pasamos por alto el mandamiento final que Cristo les dio a sus seguidores: “Haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). Al asemejarnos a Cristo, haremos lo que Cristo hizo. Y cuando hagamos lo que Cristo hizo, nos asemejaremos más a Él.

SIN TEMOR ALGUNO.
Pablo termina su explicación sobre la guerra espiritual con una exhortación a la oración de intercesión: “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu” (Efesios 6:18). Pide oración “por todos los santos” (6:18), añadiendo también “y por mí” (6:19). Les pide específicamente a los efesios que oren por sus esfuerzos evangelísticos: “Y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio” (6:19).

Por tres razones distintas, este llamado a la oración es un final adecuado para toda explicación de lo que es la guerra espiritual.

En primer lugar, la oración les da vida a los instrumentos usados en la guerra espiritual. Por nosotros mismos y con nuestras propias fuerzas, no podemos producir las virtudes morales ni las prácticas de la misión que se nos ha encomendado. Estas cosas son las obras de Dios en nosotros. La oración abre nuestro corazón a Dios, de manera que Él nos pueda santificar para sí mismo, y también darnos autoridad para realizar nuestra misión.

En segundo lugar, la oración llama a Dios, pidiéndole que actúe. Nuestro poder en la guerra espiritual es el poder de Dios. La armadura que llevamos puesta es la armadura de Dios. Tratar de enfrentarnos a los poderes malignos sin pedir la ayuda divina, es empresa de tontos. “De Jehová es la batalla” (1 Samuel 17:47).

Pero en tercer lugar, su batalla es también nuestra. Puesto que Él nos ha dado poder, puesto que nos ha revestido con su propia armadura, podemos pelear, y hacerlo sin temor alguno. Martín Lutero, en su apasionante himno “Castillo fuerte es nuestro Dios”, evalúa al diablo y escribe:

Que muestre su vigor 
Satán, y su furor; 
Dañarnos no podrá, 
Pues condenado está 
Por la Palabra santa.”

Tal como mi madre y mi tía Ruth descubrieron aquella noche hace ya tanto tiempo, esa pequeña palabra es el nombre de Jesús. Contra los poderes del infierno, caminemos adelante sin temor alguno y venzamos en su nombre (Romanos 8:37).


Fuente: George O. Wood, D.Th.P., superintendente general del Concilio General de las Asambleas de Dios en Springfield, Missouri.

http://ag.org/enrichmentjournal_sp/201303/201303_048_armor_of_god.cfm

sábado, 19 de noviembre de 2016


“Hay un sinfín de maneras para lograr la grandeza, pero cualquier camino para alcanzar el potencial máximo debe tener como base el respeto por la persona, un compromiso con la excelencia y un rechazo a la mediocridad”.

                                                           Buck Rodgers.


lunes, 31 de octubre de 2016

sábado, 29 de octubre de 2016

"Nadie derrumba a quien Dios levanta, ni derrota a quien Dios protege; nadie maldice a quien Dios bendice, ni avergüenza a quien Dios respalda."


No será bíblica la frase pero no se puede negar que es telúrica.


sábado, 22 de octubre de 2016

EL PODER DE LAS PALABRAS

¿QUÉ DICE LA BIBLIA ACERCA DEL PODER DE LAS PALABRAS?



¿Qué hay de las palabras que pueden construir o destruir? 

¿Cómo podemos utilizar el poder de las palabras de una manera alentadora y estimulante?

Recuerden que las palabras definitivamente programan nuestras acciones, y así como ellas, así son nuestros hábitos:

CONSTRUCTIVOS:

1. Están organizados por la palabra C.R.E.A de este modo:


C: confiar y conciliar

R: respetar

E: escuchar

A: animar, apoyar y aceptar

2. En cambio, los destructivos no están organizados de ninguna manera:

Criticar

Culpar

Sobornar

Castigar

Quejarse

Sermonear

Juzgar 

Las Palabras Son Medicina

Proverbios 16:24 “palabras de gracia son como un panal, dulzura para el alma y medicina al cuerpo.”

No hay duda de que las palabras pueden construir y las palabras pueden destruir ¿por qué no utilizar sus palabras como vitaminas verbales a los que nos escuchan? Podemos usar las palabras en tal forma en que la gente se sienta bien y con sinceridad estimular a las personas, no con adulación hipócrita ya que Pablo nunca usó las palabras de tal manera (1 Tesalonicenses 2:5). Siempre puedo encontrar al menos una cosa buena que decir sobre una persona y si tengo la oportunidad, debo elegir que mis palabras sean como un panal de miel.

Animar Por Medio De Las Palabras

1 Tesalonicenses 4:18 “Por eso, anímense con estas palabras.”

Animar a alguien significa darle coraje. Podemos ayudar a aquellos que están pasando por dificultades y darles el coraje de soportar por medio de las palabras que decimos. ¿Cuáles fueron “estas palabras” que Pablo estaba hablando por medio de su escritura? Él estaba diciendo a los tesalonicenses que “el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel, y con el sonido de la trompeta de Dios. Y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor “(1 Tesalonicenses 4: 16-17). Esto nos debe animar saber que el Señor vuelve por nosotros y que tenemos esperanza en su promesa de que “para siempre vamos a estar con el Señor.” ¿No es esto grandioso?

Evitar las Contiendas de Palabras

1 Timoteo 6: 3-4 “Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad,6:4 está envanecido, nada sabe, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas,”.

Niégate a ser arrastrado en debates inútiles sobre cosas que no son esenciales. Demasiados cristianos con poco tiempo en el Señor caen en esta trampa, pero puedes reconocer a los más maduros cuando ellos evitan entrar en “los antojos poco saludables de controversias y las contiendas de palabras” porque algunos realmente anhelan este tipo de debates, nosotros debemos permanecer firmes en lo que es esencial y negarnos a entrar en una discusión sobre las cosas que la Biblia no dice nada. Nada bueno viene de esta manera de pensar en lugar de esto “Sigue el patrón de las sanas palabras que has oído” Pablo (2 Timoteo 1:13) y aprende a “no para juzgar acerca de palabras, lo que no es bueno, y sólo arruina a los oyentes. “(2 Tim 2:14).

Toda Palabra Ociosa

Mateo 12:36 “Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que los hombres hablan, de ella darán cuenta de ella en el Día del Juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. “

¿Sabías que serás juzgado por toda palabra ociosa o inútil que hayas dicho? Si nos damos cuenta de esto, podríamos usar nuestra lengua con más cuidado. Dios hace un seguimiento de cada cosa que decimos y nuestras palabras podrán perseguirnos cuando estemos delante del Señor para dar cuenta de ellas. Cada palabra nuestra será utilizada para justificar o será utilizada para condenarnos. Habla con cuidado, porque no podemos volver a poner en nuestra boca las palabras que, una vez salieron de ella, haces el bien o el mal. Mide cada palabra con tanto cuidado como si fueras a prescribir medicamento a un niño enfermo.

Cuantas Menos Palabras, Mejor

Eclesiastés 6:11 “Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué más tiene el hombre?”

Las posibilidades de que tú vas a decir algo malo se reducen por menor número según las palabras que tú hablas. He descubierto que cuanto más se dice mayor es la probabilidad de que vamos a decir algo malo. Los que hablan menos palabras parecen ser aquellos que son más sabios. A veces, no decir nada es mejor que decir algo equivocado. Esto es un poco difícil de hacer cuando estás alrededor de los que incesantemente hablan de más Me parece que si cuido mi lengua, nunca he de lamentarlo, pero me he arrepentiré de mis palabras cuando hablo demasiado porque “El necio multiplica palabras” (Eclesiastés 10:14). Esto es tan cierto que la Biblia dice “En las muchas palabras no falta pecado, pero el que refrena sus labios es prudente” (Prov. 10:19).

Chismes De Palabras

Proverbios 18: 8 “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.”

Obviamente, el “chismoso” es el que está chismeando y Dios llama a esto una de las 7 cosas que El odia y es abominación para con Él como se dice en Proverbios 6:19 “El testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos. “El chisme es como difamar el buen nombre de alguien y es lo mismo que asesinar su carácter. Los chismes han traído la división de muchas iglesias y nada dañará más a la iglesia y a una persona que los chismes. Me duele ver a la gente que está siempre murmurando y chismeando, no saben que un día estarán delante de Dios para justificar lo que han dicho (Mateo 12:36).

La Palabra De Vida

Juan 5:24 “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”.

Jesús es la Palabra (Juan 1) y sus palabras pueden impartir vida eterna, si se creen. Jesús iguala el escuchar sus palabras y creer en ellas con tener la vida eterna.

Si escuchan su palabra y las creen entonces esa persona “no viene a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.” ¿Habrá algo más poderoso que decir acerca de las palabras que lo que Jesús dijo? Cuando los demás decidieron dejar a Jesús, Él miró a los discípulos y les preguntó se va a ir ustedes también. Pedro dijo sabiamente: “Señor, ¿a quién iremos Tú tienes palabras de vida eterna?“(Juan 6:68). La respuesta es nadie más que Cristo tiene palabras de vida eterna y ya que Él es la única manera de que podamos ser salvos (Hechos 4:12), debemos “declarar con la boca,” que Jesús es el Señor y creer en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos, entonces seremos salvos Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación “(Romanos 10: 9-10).. Si una persona es salva, entonces deberían estar confesando con su boca para que todos lo escuchen. Cada creyente debe proclamar públicamente y confesar con sus palabras que Jesús es el Señor y que Dios lo levantó de los muertos “Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.”


Conclusión

Si ha confesado a Cristo a los demás y cree en su corazón que Jesús es Dios, y vivió una vida sin pecado, murió por sus pecados, y le resucitó de entre los muertos, sus pecados son perdonados y es declarado justos a los ojos de Dios (2 Cor 5 : 21). Hay vida en las palabras de Jesús pero también hay muerte al negarse a creer sus palabras. Como Él dice “El que cree en el Hijo tiene la vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no verá la vida, porque la ira de Dios estará sobre el” (Juan 3:36).Ahora, puedes ir y decirle a alguien las palabras que se encuentran en la Biblia para que otros se salven también por la palabra de Dios (Romanos 10: 9-13; Hechos 4:12; Juan 3: 16-17).
COMUNIDAD CRISTIANA MANANTIAL DE VIDA ETERNA



LIDERAZGO 6

EL AYUNO BÍBLICO
Ensayo

Presentado a:
PASTOR LEONEL MOYANO, MAESTRO
HERMANO JORGE BOHORQUEZ, MAESTRO ASISTENTE

Elaborado por:
Eisenhower Alfonso Murillo


Bogotá, Noviembre 2.015



EL AYUNO BÍBLICO

Opino, aun en este momento, que no puedo entender plenamente las connotaciones especiales y determinantes al realizar el ayuno bíblico. No he tenido la oportunidad de vivir integralmente esta actividad de corte humano, pero de un alto contenido de compromiso espiritual. El ayuno bíblico no es solo una tarea que se cumple con cierta regularidad congregacional, lo más importante es saber las verdaderas consecuencias que se logran y se viven después de esta experiencia.

A través de la lectura del libro “El Ayuno Bíblico”, escrito, a tiempo para mí, por el pastor Eduardo Cañas Estrada, identifique más de 52 acepciones (sentido en que se puede tomar una palabra o expresión y que, una vez aceptado y reconocido por el uso, se expresa en los diccionarios a través de una definición), asocié de inmediato cada hallazgo como una manera de plantearme semanalmente un reto para mi vida. Comenzando como un arma o una llave, pasando por el ayuno como un hábito o un compromiso, y finalizando como una convicción, seguridad y bendición.

Quizás sea bueno que recuerde el siguiente escenario: Jesús en el desierto llevado por el Espíritu de Dios hasta allí; solo, débil en su naturaleza humana, después de 40 días sin ingerir ningún tipo de alimento, está preparado para hacer frente a satanás. El relato del evangelista Mateo hace una declaración de poder: "no solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios."

Y una segunda, que refuerza el principio de ayunar, se encuentra unos capítulos más adelante, en el 17:21, así: “Pero este género (demonios) no sale sino con oración y ayuno”.

Al lector le parecerá fácil entender, que esta revelación le llegó a Jesús por ser Dios hecho hombre. Sin embargo, él ya sabía que para desatar poder de los cielos no solo era vital el ayuno, rendirse a Dios en cuerpo y en espíritu, sino que debía crear un hábito para su ministerio en la tierra y este era el de la oración en plena y total comunión con el Padre.

Por lo tanto, Jesús me enseña que el ayuno no se debe tomar como un acto sacrificial, Él fue designado como el cordero del mayor sacrificio de amor y no nosotros; por lo demás, el ayuno no es sinónimo de sacrificio y si lo fuere, pasa a llamarse abstención en la ingesta de alimentos o toma de líquidos; o según la manera coloquial más conocida, huelga de hambre. Considero que todos los días, sin importar dónde, cómo o con quién este, tengo la oportunidad de ayunar. ¿Entonces qué sucede? pues que desayuno. Quito de mi la posibilidad de seguir ayunando. Es mi decisión, nadie me obliga. Yo tomo esa opción. No es malo y no va en contra de ninguna ley.

Mi deseo es argumentar que el ayuno no puede tomarse a la ligera como un remedio o una panacea para curar todos los males. El ayuno debe enfocarse en una necesidad específica y sobre eso, entrar en intimidad con respecto a la voluntad de Dios. Cuadricular el ayuno como la solución a todos los problemas sería ser injusto con las demás herramientas o estrategias que Dios me ha dado.

El ayuno también tiene sus propios enemigos y no están escondidos. La tarea de satanás permanentemente influenciando al cristiano para que dude de Dios, la distracción y las sobrecargas, la incapacidad física, mental o anímica somatizada en migrañas o gastritis, entre otras.

Invito a quien lee mi ensayo, a ser consciente y considere que el ayuno no es propiedad privada de los hijos de Dios. Hay grupos que se mueven en el reino de las tinieblas y tienen bien claro qué es, para qué sirve y qué ventajas tiene el ayunar; satanistas, espiritistas, hechiceros y curanderos de todos los pelambres saben a pie junto lo que se logra en  el ayuno. Hablé de las acepciones del ayuno bíblico que decodifiqué mientras hacía mi lectura. Hay muchísimas y difícilmente se apoya uno en alguna de ellas.

A los hijos de las tinieblas solo les interesa saber que el ayuno es un arma espiritual y como tal la emplean y la aprovechan para sus propios intereses y en contra, primordialmente, de la obra de Dios. Animo a que cada cristiano a levantarse y creer que el ayuno bíblico no es una carga impuesta por la iglesia o por ministerios particulares puesto que para ese fin no fue establecido.


El ayuno es la forma más preciosa de saber que la palabra de Dios es verdadera, confiable, poderosa, mantiene la visión y fortalece cada día la relación de amor con el señor Jesús. Hombres y mujeres como Abraham, Moisés, David, Daniel o Esther y Ana experimentaron su alcance y poder. Cada una de sus obras y  formas de vida fue una constante manera de dependencia en Dios y sabían que solo ellos y sus decisiones al verse envueltas en la órbita espiritual del ayuno tendrían una solo respuesta, la aprobación de Dios.